viernes, 28 de enero de 2011

¿Cuánto te cuesta adaptarte?


Cuando las cosas cambian, o aún las personas, el ambiente se nos hace hostil al principio, al menos el tiempo que nos cuesta adaptarnos; y mientras el proceso de adaptarse ocurre tendemos a aislarnos y apartarnos de los demás.

En lo que pienso en este post, recuerdo una anécdota muy curiosa. Hace algunas semanas llevé a dos de mis tres perritos al pet shop. No iban desde hace mes y medio así que el trabajo era arduo -no para mí- para el veterinario.

Quedamos con el doctor que les cortaría el pelo, pues éste se encontraba enredado y sucio; pero no creímos que quedarían muy diferentes a la imagen que ya tenemos en nuestra mente de ellos. Al final del día fuimos a recogerlos y ellos eran "otros perros". Nosotros nos acostumbramos a ellos, pero alguien en casa no lograba identificarlos y se aisló.

Princesa, no los reconocía y se volvió arisca con ellos. Princesa se aisló por completo y se olvidó que Napo y Chiqui eran su familia, sus compañeros de todos los días.

Aunque en esta anécdota los cambios fueron meramente externos. A veces en la vida real y silvestre, nos damos cuenta que personas a quienes pensábamos que conocíamos de toda la vida ya no son las de antes. Si esto te pasó alguna vez hace mucho estarás sonriendo por que sabes que es verdad, pero si es reciente el choque del "cambio" todavía te duele haberte dado cuenta de esta transformación.

Adaptarnos al nuevo ambiente y a las personas "ahora nuevas", es difícil. Los pasos para volver a la comunión con ellos son complicados y en el primer instante no queremos adaptarnos, simplemente queremos alejarnos más y más de ellos.

Estas situaciones no sólo las vivimos nosotros. Piensa cuántas veces cambiaste tú, piensa en las incontables ocasiones en las que Dios tuvo que soportar tus arranques de histeria, en los que te rebelabas, en los que cambiaste tu forma de ser, actuar, o de pensar.

¿Crees que en esas situaciones, Dios se apartó de ti? La respuesta que algunos podrían tener en mente es que sí, pero en realidad aún en los cambios drásticos, radicales o hasta pequeños, Dios está a nuestro lado aguantándonos en las buenas y malas.

Nosotros rehuimos al cambio y nos cuesta adaptarnos. A Dios también le cuesta adaptarse a nuestros cambios, pero aún así lo acepta y lo hace, se adapta. ¿Estás dispuesto a dejar de aislarte a los cambios? ¿Serás desde ahora una persona más tolerante con los cambios de las personas? ¿Ayudarás a tus amigos a ser más parte de tu vida, en lugar de apartarlos de ti?

El hecho de que algo o alguien deje de ser el mismo, no significa que es otro. Por el contrario, tú tienes la responsabilidad de hacer de ese cambio, algo para mejor y no para empeorar su vida. Hoy tienes una tarea: reflexiona sobre todo lo que alguna vez hiciste para aislarte de lo que cambio en tu vida y empieza por ser parte del cambio de las personas y situaciones para encaminarlos a un futuro más productivo y sobre todo más cerca de Dios.

lunes, 3 de enero de 2011

Por fe


Hoy es un día precioso. El sol inicia irradiando a cada una de las personas que transita por las calles. Aún yo no le soy indiferente y aunque su calor es torturador me gusta saber que su luz es parte de mi día.

En muchas de las conversaciones familiares que tuve la palabra fe se pronuncia con gran facilidad. "Yo tengo fe en ti", "Mi fe es grande", "Por fe, hijo, por fe"... y más frases que me cuesta recordar. ¿Qué es la fe? Para nosotros, cristianos radicales de corazón, nuestra fe es más que la certeza de lo que no se ve (Hechos 11) La fe se convierte en nuestra arma, nuestro poder. Sin fe nada somos, mas por fe andamos, dice la Biblia.

Es cierto. Por fe ocurren grandes cosas en nuestras vidas. Lo único que se necesita es tener fe, basta con eso.

Y entonces luego de saber que mi fe es mi principal motor, ¿Se puede medir? Quizá no en metros, litros o alguna medida que ya exista, pero certeramente puedo decir que la fe puede maravillar personas. Hay personas que tienen su fe mucho más enraizada y otras simplemente creen por creer (esto último difícilmente se puede llamar fe).

Veamos la historia del Centurión. En Lucas 7:1-16

Jesús muestra su poder de sanación o simplemente manifiesta su gran poder frente a las personas que tienen una fe verdadera en Él y en nuestro padre.

Saltemos al versículo 3: "Cuando el Centurión oyó hablar de Jesús, envió unos ancianos, rogandole que viniera y sanara a su siervo...". Centurión tiene un siervo muy querido que está enfermo y sabiendo que Jesús tiene el poder de sanar, manda a rogar su presencia en su aposento para que cure a su siervo de la enfermedad.

Los ancianos se acercan a Jesús y le ruegan que vaya, dando testimonio que el Centurión es digno de concederle este milagro (Versículo 4). Mas cuando continuamos en la historia vemos que Jesús está en camino con ellos y cuando está cerca de la casa se aparecen unos amigos del Centurión.

(Versículo 6-7) "Señor no te molestes, pues no soy digno que entres bajo mi techo, por lo que ni aún me tuve por digno de ir a ti; pero di la palabra y mi siervo será sanado..."

Jesús ante este mensaje recibido por parte de los amigos del Centurión manifiesta su asombro y maravilla. "Os digo que ni aún en Israel he hallado tanta fe" (V. 9)

Es sorprendente la fe con la que el Centurión declara que el siervo será sanado. Así es mis queridos hermanos(as). Dios solo espera que tu deposites tu confianza en Él y Él hará. Pero más que confiar, aprende a creer en Él y sobre todo a creerle a Él y a su palabra.

Si nosotros aprendemos a fortalecer nuestra fe con la lectura diaria y conociendo las promesas que Dios tiene para nosotros. Nada en esta vida, absolutamente nada, es imposible.



Recuerda leer la historia completa.

Algunos versículos:

  • Deuteronomio 33:27
  • 1ª Pedro 1:6 - 9
  • Juan 5:24´
  • Juan 11:25-26
  • Juan 12:46-47
  • Romanos 10:8-9
  • Romanos 5:1-5